Mi práctica pictórica nace de mi necesidad por hacer algo artístico sin depender de nadie. Es mi capricho, un golpe de oxígeno, se trata de un SI en mayúsculas. La afirmación de que mis manos construyen un mundo de colores vivos, de señoritas con ojos rasgados, un mundo de primeros planos, un mundo femenino, mi mundo. Por eso, los resultados son imperfectos, naturales, espontáneos. Son como yo. Como mi gataflora.